¿Qué es el síndrome del ojo seco?

El síndrome del ojo seco es un trastorno ocular que se produce cuando los ojos no producen suficientes lágrimas para mantener la superficie ocular hidratada y confortable. Esto puede causar una desecación exagerada de la superficie ocular que da lugar a síntomas molestes como ojos rojos, picazón, enrojecimiento, sensación de arenilla en el ojo, fatiga ocular, parpados pesados y dificultad para enfocar. 

Diversos estudios básicos, clínicos y epidemiológicos han reportado ventajas importantes en la ingesta de ácidos grasos Omega 3 en campos tan diversos como cardiología, neurología, oncología, patologías inflamatorias crónicas, oftalmología, pediatría, ginecología, dermatología…

¿Cuáles son los factores que pueden propiciar el síndrome del ojo seco?

Numerosos factores pueden propiciar el sufrir este síndrome. Entre ellos los hay de tipo endógeno, que se producen cuando la glándula lacrimal no produce suficientes lágrimas para mantener los ojos hidratados.  Las causas principales pueden ocasionarse por una gran variedad de circunstancias, incluyendo enfermedades autoinmunitarias, hormonales y ciertas afecciones médicas. Por ejemplo, ocurre en la menopausia debido a la disminución de niveles de estrógeno. Estos cambios hormonales también contribuyen a aumentar la sensibilidad a factores ambientales, como el aire seco, que pueden irritar los ojos. Otro ejemplo es el síndrome de Sjögren, una afección autoinmunitaria que puede causar síndrome del ojo seco, así como otros síntomas relacionados con la sequedad en diferentes partes del cuerpo. Esta patología afecta a las glándulas que producen lágrimas y saliva, lo que resulta en ojos y boca secos.

También los hay de tipo exógeno, que ocurren cuando las lágrimas se evaporan excesivamente rápido de la superficie ocular. Sus principales causas son las acciones climáticas, como la exposición a aire seco, viento, humo u otros irritantes, así como por la edad y la exposición prolongada a pantallas.

¿Cómo tratar el síndrome del ojo seco?

El mejor tratamiento es determinar cuál es la causa concreta de la sequedad para poder prevenirla. Aun así, la nutrición puede desempeñar un papel importante en el tratamiento y prevención de este síndrome, debido a que ciertos nutrientes pueden ayudar a mejorar la salud ocular.

El uso de lágrimas artificiales sin conservantes ayuda a mantener el grado de humedad necesario, así como a lubrificar el roce del parpadeo. Pero también es cierto que algunos nutrientes favorecen el estado saludable de la conjuntiva ocular.

Un ejemplo de ello lo es la vitamina A, que es necesaria para la visión y para mantener la producción basal de lágrima y de moco.  Además, las células del epitelio corneal y conjuntival están directamente expuestas a la oxidación ambiental de la luz solar y de los contaminantes ambientales. Es por esto por lo que la ingesta de vitaminas C y E, junto con los minerales como el Zinc, Selenio, Manganeso y Cobre pueden contribuir a la protección antioxidante de dichas células. También, entre los ácidos grasos poliinsaturados omega-3, el ácido Docosahexaenoico conocido como DHA, puede ayudar a mantener la salud ocular mejorando así la lubricación de los ojos.  

Sin embargo, es importante tener en cuenta que una dieta equilibrada y la ingesta adecuada de nutrientes son importantes para la salud en general, y no existe una dieta específica para tratar el síndrome del ojo seco. Se recomienda consultar a un profesional de la salud para obtener una evaluación y tratamiento adecuados.